Hace muchos años, cuando en mi casa paterna había una cámara con estuche de cuero y se usaban los flashes descartables que se rotaban, se despertó en mí esa curiosidad por las imágenes.
Hoy, habiendo dedicado mi vida profesional al diseño y la fotografía, disfruto más que nunca la magia de captar momentos, objetos y sensaciones, congelándolas en una imagen para siempre.
Abriendo el ojo desde el corazón y disparando el obturador desde el alma.